Salvación

¿Por qué?   ¿Qué es?

En el mundo de hoy, la salvación parece ser un concepto algo “anticuado”.

2 Pedro 3: 3-7 Pero antes deben saber que en los días finales vendrá gente blasfema, caminando según sus propios malos deseos, y que dirá: ¿Dónde está la promesa de su venida? porque desde el día en que nuestros padres murieron, todas las cosas continúan como estaban desde el comienzo de la creación (o evolución según algunos suponen). Por esto ignoran voluntariamente que, desde la antigüedad, fueron creados los cielos por la palabra de Dios, lo mismo que la tierra, la cual proviene del agua y subsiste por medio del agua. Por lo cual el mundo que entonces era, pereció inundado de agua. Pero los cielos y la tierra, que ahora existen, han sido guardados por la misma palabra, reservados para el fuego en el día del juicio y de la perdición de los hombres impíos.

No mucho ha cambiado, ¿verdad? Parece que incluso en los primeros 50 años de existencia de la Iglesia, la gente ya hablaba del tiempo que había transcurrido sin que nada sucediera. Lo usaban como excusa para continuar con sus viejos caminos de incredulidad y, en cierto sentido, con su liberalismo. La política de la época bajo el dominio romano era intensamente liberal, lo cual finalmente provocó la caída del Imperio Romano.

¿A dónde crees que se dirige el mundo de hoy?  ¿Por qué no querrías protegerte contra el peor final posible?

 

 

Juan 3:3   Jesús le respondió: “De cierto, de cierto te digo, que el que no nace de nuevo, no puede ver el reino de Dios.” 4 Nicodemo le dijo: “Y cómo puede un hombre nacer, siendo ya viejo? ¿Acaso puede entrar en el vientre de su madre, y volver a nacer?”

5 Jesús le respondió: “De cierto, de cierto te digo, que el que no nace de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. 6 Lo que nace de la carne, carne es; y lo que nace del Espíritu*, espíritu es.  7 No te maravilles de que te dije que debes ser nacido de nuevo. 8 El viento* sopla de donde quiere, y oyes su voz; pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo aquél que nace del Espíritu.”

* la misma palabra griega significa tanto viento como espíritu.

 

Juan 14:6 Jesús le dijo: “Yo soy el Camino, y la Verdad, y la Vida; nadie viene al Padre sino por mí. …

15: Si me aman, obedezcan mis mandamientos. 16 Y yo rogaré al Padre, y él les dará otro Confortador, para que esté con ustedes para siempre. …

21 El que tiene mis mandamientos, y los obedece, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo lo amaré, y me manifestaré a él.” …  23 Jesús le respondió: “El que me ama, obedecerá mi palabra; y mi Padre lo amará, y vendremos a él, y con él nos quedaremos a vivir.” … 26 Pero el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, los consolará y les enseñará todas las cosas, y les recordará todo lo que yo les he dicho.  27 “La paz les dejo, mi paz les doy; yo no la doy como el mundo la da. No dejen que su corazón se turbe y tenga miedo. … 31 Pero para que el mundo sepa que amo al Padre, hago todo tal y como el Padre me lo ordenó. Levántense, vámonos de aquí.”

 

Arrepentimiento

El Arrepentimiento requiere que entiendas que no has sido obediente a la Palabra de Dios y que algo necesita cambiar. Obviamente, Dios no va a cambiar para adaptarse a tu estilo de vida ni a tu forma de pensar; en tu estado de no-arrepentimiento no tienes absolutamente nada que ofrecerle a Dios aparte de ti mismo, para que él te cambie.

El lenguaje original de la Biblia indica que el arrepentimiento es de este tipo:

Cambiar de forma de pensar, de parecer, es decir, arrepentirse para cambiar nuestro modo de pensar para mejor; para enmendar de corazón aborreciendo nuestros pecados pasados.

Cuando te arrepientes, le estás diciendo a Dios que lamentas tu pasado y tienes un fuerte deseo de cambiar tu vida y ser agradable a Dios. El arrepentimiento es el primer paso de los tres que llevan a la salvación. Los dos pasos siguientes no necesariamente siguen en orden, incluso la Biblia da un ejemplo de eso en Hechos 10 (leer desde el versículo 44). Muchos han recibido el Espíritu Santo antes del bautismo, otros después.

¡El incentivo para hacer todo esto es la promesa de vivir eternamente con Jesús y Dios, o no! La parte “no”, no será agradable. Se hará especialmente mala por el hecho de que no era necesario que sucediera.

Bautismo

Ser bautizado indica una voluntad de enterrar tu anterior forma de vida.

Romanos 6:4-5 

Por lo tanto, porque por el bautismo fuimos sepultados con él en su muerte, para que así como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros caminemos una vida nueva. Porque si nos hemos unido a Cristo en la semejanza de su muerte, así también nos uniremos a él en la semejanza de su resurrección.

El bautismo es una especie de servicio fúnebre: tal como Jesús murió y fue sepultado y resucitó de entre los muertos, así también el bautismo tipifica ese proceso. Sin embargo, nuestra nueva vida no estará completa sin recibir un nuevo Espíritu que nos dé vida. Si esto sucediera antes del bautismo, no significa que no necesitaremos ser bautizados. Por el contrario, sigue siendo importante, de otro modo aún arrastraríamos al viejo hombre muerto en nosotros.  Necesitamos enterrar ese viejo hombre de pecado.

¿Es necesario el bautismo? La verdadera pregunta en realidad es: ¿por qué alguien pensaría que no lo sería? En el día de Pentecostés, a quienes le preguntaron “Hombres y hermanos, ¿Qué debemos hacer?”, Pedro les dijo tres cosas: arrepiéntanse, bautícense y reciban el Espíritu Santo. ¿Por qué mencionar el bautismo si Dios no creyera que fuera necesario? Dios no es autor de confusión, ¡el hombre sí lo es! Pedro incluso les dijo a Cornelio y su familia, en Hechos 10, después que éstos ya habían recibido el Espíritu Santo (del mismo modo que ellos al principio): “¿Quién puede prohibir el agua para que éstos no sean bautizados?”.  Lo que era en respuesta tras haber visto y oído la evidencia de que ellos habían recibido el Espíritu Santo. Por lo que Pedro luego les instruyó a que fueran bautizados.

La palabra “bautizar” tomada del griego original no puede significar sino inmersión total, desde debajo del agua. Tampoco puede significar (como algunas iglesias creen) las aguas de un parto natural; de lo contrario, las palabras de Jesús a su discípulo en Mateo 28:19 serían incorrectas y confusas. Jesús les dijo que enseñaran todo lo que él les había enseñado y que bautizaran “en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”. A un bebé no se le puede enseñar nada al nacer, ni tampoco puede creer en nada, ni arrepentirse, ni nadie presente en su parto de nacimiento podría bautizarlo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Todo este concepto ridículo no es según las Escrituras.

¡Es sorprendente cuán a menudo el ser humano pretende decirle a Dios que está equivocado, y que sabe lo mejor para corregir las cosas!

Recibir el Espíritu Santo

Recibir el Espíritu Santo nos une con la experiencia del día de Pentecostés. El Espíritu Santo que viene a vivir dentro nuestro no es una segunda bendición luego de la salvación, ¡es LA BENDICIÓN! la cual es dada por Dios a través de Jesucristo y que te da la capacidad de vivir para siempre, o salvación.

Hay varios nombres para el Espíritu Santo (su nombre más común), pero también se lo llama el Espíritu de Dios, el Espíritu de Cristo, el Espíritu de Reconciliación, el Espíritu que creó los cielos y la tierra. El Espíritu Santo es quien obra las señales, maravillas y milagros de Dios.

Cuando recibas el Espíritu Santo, hablarás en lenguas. La elección no es tuya ni de que ningún otro hombre lo haga: es así como Dios lo planeó y no podemos cambiar los planes de Dios.

Hablar en lenguas, como “señal”, es la marca que identifica que has recibido el Espíritu Santo.

Romanos 8:9

Pero ustedes no son de la carne sino del Espíritu, si es que el Espíritu de Dios habita en ustedes. Ahora bien, si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él.

Decir que eres cristiano no te hace cristiano por el simple hecho de decirlo. Decir que crees en Jesús tampoco te hace cristiano. Las Escrituras nos dicen que los demonios creen que existe Dios y tiemblan. Los demonios no pueden salvarse, así que creer, simplemente, no te salva.

Hablar en lenguas es cómo nos reconocemos mutuamente. Algunos, erróneamente, creen que se trata del “don” de lenguas, lo cual no es verdad. El “Don de lenguas” mencionado en 1 Corintios es una obra completamente diferente del Espíritu Santo que tenemos viviendo dentro nuestro.

Lucas 9:56 “Porque el Hijo del Hombre no ha venido a quitarle la vida a nadie, sino a salvársela.” Y se fueron a otra aldea.

Juan 17:9 “Yo ruego por ellos. No ruego por el mundo, sino por los que me diste , porque son tuyos. 10 Y todo lo mío es tuyo, y lo tuyo es mío; y he sido glorificado en ellos. 11 Y ya no estoy en el mundo; pero ellos sí están en el mundo, y yo voy a tí. Padre santo, a los que me has dado, cuídalos en tu nombre, para que sean uno, como nosotros.”