El Diezmo de Dios

by | Jun 9, 2020 | Uncategorized | 0 comments

El Diezmo de Dios

por el Pastor David | 13 de abril de 2018

El Diezmo de Dios

Proverbios 3:9-10

9 Honra al Señor con tus bienes, y con las primicias de todas tus cosechas. 

10 Así tus graneros se llenarán de abundancia, y tus prensas estallarán con vino nuevo. 

Juan 3:16 

Porque de tal manera Dios amó al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo aquél que en él creyera no perezca, sino tenga vida eterna.

2 Corintios 9:6-7 

6 Pero esto digo: El que siembra con escasez, entonces cosechará con escasez, y el que siembra generosamente, cosechará también generosamente. 

7 Que cada hombre dé según lo que se proponga en su corazón; no de mala gana, ni por necesidad, porque Dios ama a quien da con alegría.

La recompensa no es por el diezmo, sino por el entendimiento & actitud con que se da.

En Juan 3:16 entendemos el sacrificio hecho por Dios, en esencia su diezmo u ofrenda al mundo que creó. En el mundo natural hay quienes sacrifican sus vidas por la vida de los demás y el mundo los convierte en héroes. Los héroes de guerra a menudo reciben sus recompensas póstumamente y nunca resucitan para ver el resultado o las consecuencias de su sacrificio. Así mismo en la vida civil hay muchos héroes. No hay duda de la valentía y el coraje de quienes en este mundo sacrifican sus vidas por los demás, y ciertamente es correcto reconocer y respetar sus acciones. Algunos sobreviven a sus actos desinteresados, otros no, pero finalmente todos mueren, resultado del legado pecaminoso de Adán.

El sacrificio de Jesús fue real. Vino como hombre en la carne, vivió una vida que en muchos sentidos era normal. Sus compatriotas no pudieron aceptar el hecho de que fuera un hacedor de milagros. Para ellos, él era apenas el “hijo del carpintero”.

Mateo 13: 55-57

 ¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María? ¿y sus hermanos Jacobo, José, Simón y Judas?

Y sus hermanas, ¿no están todas con nosotros? ¿De dónde, pues, tiene este hombre todas estas cosas?

Y se ofendieron con él. Pero Jesús les dijo: No hay profeta sin honor, salvo en su propia tierra y en su propia familia.

Ser carpintero no era necesariamente de las profesiones más prestigiosas (si es que lo fuera). No era escriba ni fariseo, tampoco miembro de la élite con acceso al sacerdocio. Jesús era un don nadie en realidad. Las Escrituras nos dicen que tampoco era bien parecido y que era despreciado o sin gran valor para la sociedad de su época. No se casó, lo que habría sido extremadamente inusual para el primogénito de un hogar. Probablemente muchos que lo conocieron a medida que crecía habrán pensado que era raro. Tal vez algunos hubrán intentado provocarlo con el “te estás haciendo mayor, ¿cuándo te vas a casar?” Pues era lo que se esperaba del primogénito: tener herederos para llevar el apellido. Pero no tenemos idea qué tipo de respuesta les daba, muy probablemente dejaba a la gente preguntándoselo. Jesús vivió sabiendo que él era el cordero del sacrificio. ¡Jesús hizo lo que nadie eseperaba!

Día a día, el mundo se enoja cada vez más con Jesús. Los llamados creyentes esperan la aparición de un Anti-Cristo aunque, sin embargo, estamos rodeados de ellos y creen estar ganando. Un día Jesús volverá a hacer lo que nadie espera.

Lucas 2:49-50

Y él les dijo: ¿Cómo es que me buscaban? ¿No saben que debo ocuparme de los asuntos de mi Padre? 

Y no entendieron lo que les dijo.

Jesús sabía las cosas terribles por las que tenía que pasar, y vemos el resultado de ese estrés cuando oraba en el jardín de Getsemaní: HEMATOHIDROSIS, una condición muy extraña causada con mayor frecuencia por estrés extremo. Por eso sabemos que Jesús sabía el tipo de sufrimiento que estaba a punto de sobrevenirle, probablemente consciente de ello durante la mayor parte de su vida natural. Su Padre también sabía lo que a su hijo le esperaba. Para un padre natural estar en esa misma posición sería una experiencia bastante traumática, y peor, porque no habría resurrección. Tanto Dios como Jesús sabían el resultado final de las acciones de Jesús, pero eso habría tenido poco efecto sobre el dolor y sufrimiento por el que Jesús realmente pasó. Jesús pidió ser liberado de ese peso, “Pasa de mí esta copa”, sabiendo muy bien que ésa no era la voluntad de su padre.

Cada latigazo debe haber sido exactamente del mismo dolor que sufriríamos si recibiéramos personalmente ese mismo golpe. Los flagelos romanos eran sin piedad y, a menudo, quienes los soportaban, morían. La carne se desollaba por la espalda y la mayoría de las veces quedaban expuestos músculos y huesos. La burla, la corona de espinas, arrancarle la barba de su cara, llevar el travesaño de la cruz, que no era de madera suave y lisa. Era dura y pesada. La expectativa por los clavos atravesando sus muñecas y pies, y que luego le suceda. La gente estaba asombrada de que Jesús sobreviviera para ser crucificado. El proceso de crucifixión es sin duda el peor tipo de castigo que un hombre puede infligir a otro. Todo lo que le sucedió a Jesús antes de ser crucificado fue leve en comparación con lo que la crucifixión realmente provoca al cuerpo, lo que podría necesitar de días hasta la muerte.

Hijo mío, no desprecies la disciplina del Señor; 

ni te desanimes cuando te corrija; 

Porque a quien el Señor ama, corrige; 

como padre a hijo en quien se acontenta. 

Hebreos 12:6-8

6 Porque a quien el Señor ama, castiga; y azota a todo el que recibe como hijo.

7 Si soportan la disciplina, Dios los trata como a hijos; porque, ¿qué hijo es aquél a quien el padre no castiga?

8 Pero si ustedes no tienen castigo, de lo cual todos participan, entonces ustedes son bastardos, y no hijos legítimos.

Castigar es corregir. Jesús recibió la corrección que nosotros merecíamos. Pero es más importante que eso, un caso único en el reino del mundo espiritual. Dios eliminó la inevitabilidad del castigo por el pecado, a cambio de la enorme posibilidad real de vida eterna. Nunca más Jesús se ofrecerá a sí mismo como sacrificio por nuestras vidas. La cruz era el castigo más vergonzoso que el hombre podría haberle provocado: estaba reservada para lo peor de lo peor.

Hebreos 12:2

Fijemos la mirada en Jesús, el autor y consumador de nuestra fe; quien por el gozo que se le puso por delante soportó la cruz, despreciando la vergüenza, y se sentó a la diestra del trono de Dios.

Hebreos 7:26-27

Porque tal es el sumo sacerdote que necesitábamos, santo, inofensivo, sin mancha, separado de los pecadores y hecho más alto que los cielos;

Quien no necesita día tras día, como esos otros sumos sacerdotes, ofrecer sacrificios, primero por sus propios pecados, y luego por los del pueblo; porque esto lo hizo una vez, cuando se ofreció a sí mismo.

¡Nunca más! Jesús y Dios se dispusieron voluntariamente a pagar el precio de nuestras vidas por su amor por nosotros. Vivir con el conocimiento de lo que iba a suceder debe haber sido extremadamente traumático, aunque conociendo el resultado podría haber atenuado en algo las emociones. Si bien no pudo eliminar el dolor real a soportar, el dolor del momento, emocional y físico. Iba a doler tanto como a cualquier otra persona. La realidad de la muerte y separación de Dios iba a ser la misma en ambos casos. El sentimiento mientras Jesús estaba clavado en la cruz y mientras se oscureció toda la tierra debe haber sido horrible. Las palabras que Jesús dijo en ese momento estaban llenas de angustia y desesperación.

Mateo 27:45-46

Muerte de Jesús (Marcos 15:33-41; Lucas 23:44-49; Juan 19:28-30)

45 Desde la hora sexta hasta la hora novena hubo oscuridad sobre toda la tierra.

46 Y alrededor de la hora novena, Jesús lloró en voz alta, diciendo: Eli, Eli, ¿lama sabachthani? Es decir, Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?

La soledad y desesperación deben haber sido abrumadoras. ¡No podemos imaginarnos la sensación de pérdida en ese momento, justo cuando Jesús estaba a punto de morir! ¿Cómo nos sentiríamos nosotros en esas mismas circunstancias?

Juan 19:30

30 Por lo que, cuando Jesús había probado el vinagre, dijo: Consumado es; e inclinó su cabeza y entregó el espíritu.

Romanos 3:24-25 

24 Siendo justificados gratuitamente por su gracia a través de la redención que es en Cristo Jesús, 

25 A quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia para la remisión de los pecados pasados, por la paciencia de Dios; 

Sacrificar y dar son, ambas, acciones premeditadas. Dar no implica necesariamente sacrificar, por cuanto podemos dar algo que excede nuestras necesidades, sin echarlo de menos. Pero sacrificar es el acto de dar algo que tiene un valor real para nosotros y que echaremos de menos. El sacrificio tiene consecuencias a largo plazo para nosotros, tanto en términos de pérdida como de ganancia. Mientras lo que damos no necesariamente tiene las mismas consecuencias.

Reflexión. ¿Eres una persona que da o que sacrifica? O quizá sólo recibas!